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El poder de las algas

En mi pasada entrada escribía sobre las propiedades nutritivas y medicinales de dos algas, el musgo irlandés y la espirulina. Las algas albergan la sabiduría del mar, es por esto que te animo a que las incluyas en tu dieta.

Incluir algas en nuestra dieta diaria no es tan complicado, son fáciles de cocinar y hay bastantes variedades comunes comestibles. Algunas algas son insípidas o casi insípidas y tienen propiedades gelificantes que son fantásticas para elaborar postres o espesar sopas y guisos, como el agar y el musgo irlandés. Otras variedades son más sabrosas, como el kombu, y son ideales para preparar caldos base, como el dashi japonés, con los que podemos cocinar consomés, sopas y guisos. También se pueden añadir directamente a ensaladas —agar, nori, hiziki, arame, lechuga de mar, badderlocks…— aportan una nota salada y una textura especial, a parte de sorprender a la vista.

¿Sabías que las algas, las verduras del mar, son una de las especies vivas más antiguas del planeta?
Se han encontrado fósiles de algas que datan de aproximadamente 3 billones de años. Increíble, ¿verdad?

El consumo de algas por el ser humano es milenario. Hace miles de años que los pueblos costeros, en todo el planeta, vienen incluyendo algas en su dieta diaria. Es más, muchas comunidades primitivas vivían cerca de la costa porque el mar les ofrecía una fuente de alimentación constante y fiable.

Así, desde milenios, las culturas china, japonesa y hawaiana han desarrollado una tradición culinaria basada en un notable uso de las verduras del mar. Han explotado el uso de las algas en su cocina más que otras gentes, pero no son los únicos. Las algas son un alimento tradicional de muchos pueblos: en Irlanda es común aún hoy día consumir dulse; en Chile, cochayuyo; en Gales, laver; el uso del alga nori no es exclusivo de Japón, sino que también se usa a lo largo de la costa de Norte América desde California a la Columbia Británica, en Hawai y por los maoríes en Nueva Zelanda; en Escocia, Irlanda, Groenlandia e Islandia la lechuga de mar y los badderlocks son un ingrediente común en ensaladas.

Y es que las algas no son sólo un súper alimento con importantes propiedades nutritivas y medicinales, sino que también son apreciadas por su sabor y el gusto que añaden a los platos en que se incluyen. Afortunadamente, la dieta moderna no ha conseguido eliminar el uso de estos vegetales en las culturas donde su uso estaba bien arraigado y, gracias a la creciente influencia de la cocina asiática en Occidente, estos valiosos vegetales se están incorporando de nuevo a nuestras dietas.

Comparadas con las verduras terrestres, las verduras del mar contienen entre diez y veinte veces más minerales: calcio, hierro, potasio, yodo y magnesio, y, en menor cantidad, los llamados oligoelementos que requerimos en cantidades mínimas, pero sin los cuales no podemos realizar ciertas funciones corporales esenciales. Las verduras del mar aportan un 25% más de minerales que la leche, aunque prácticamente no tienen aportación calórica. Son ricas en vitaminas A, B, C, D3, E, K, B12 (en menor cantidad),  Omega 3, fibra y proteína.

El origen de la vida está en el mar. El océano está lleno de minerales y energía vital. Todos los elementos necesarios para la vida están presentes en las corrientes marinas y son absorbidos por esta fuente de salud acuática que son las algas. Los minerales del mar son transformados en materia orgánica por las algas y, al consumir algas, el ser humano los asimila con gran facilidad. Las algas no son sólo valiosas por esto, sino que, al contrario que los animales marinos, no absorben tanta contaminación. Es más, donde el nivel de la contaminación es alto, no pueden crecer.

Las algas contienen ácido algínico, una sustancia pegajosa que sujeta sus células de forma compacta y les permite así vivir en un ambiente de constante circulación del agua. Este ácido es el responsable de que las algas tengan también propiedades desintoxicantes propiciando la expulsión de metales contaminados, radiactivos y tóxicos, ayudándonos a combatir las toxinas en nuestro cuerpo y a expulsarlas de forma natural.

El consumo regular de algas mantiene los órganos internos saludables, asegura una complexión limpia, la piel suave y tersa, el pelo brillante y espeso, así como refuerza el sistema inmune.

En las próximas entradas, seguiremos viendo maneras sencillas y efectivas de añadir algas a nuestra dieta.

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