Muchas veces me preguntan si es bueno o no es bueno consumir las semillas y la piel de las frutas; puesto que circula mucha información —a veces desinformación, a veces mala información con intereses dudosos— que las semillas de las frutas contienen ciano, que son tóxicas y venenosas; o que la piel siempre hay que descartarla; o que el corazón de las frutas no se come —con lo saludable que es con toda esa concentración de fibra.
En mis recetas, yo siempre aconsejo incluir las frutas íntegras siempre que se pueda, especialmente si vamos a hacer purés o batidos donde la textura acaba quedando homogénea.
Evidentemente, hay frutas que tienen pieles muy duras a la hora de digerir y saborear, como el limón o la naranja. Pero siempre que se pueda, incluye aunque sólo sea un trocito de piel en tus batidos, cremas o bases para pasteles si es que llevan frutas. Por ejemplo, para postres podemos incluir la ralladura del limón y la naranja.
Lo cierto es que parece ser que en la piel de las frutas y frutos, incluidos bulbos (ajo, cebolla) y raíces (zanahoria, remolacha, nabos, rábanos,…) hay una mayor concentración de antioxidantes (polifenoles), que son precisamente los responsables del color más intenso, y vitaminas. En las semillas, sobre todo en las semillas de cereza, manzana, albaricoque, ciruelas y melocotón hay grandes concentraciones de vitamina B17, una vitamina altamente anticancerígena.
Las cantidades de ciano en las semillas de las frutas son ínfimas, y el cuerpo puede perfectamente manejar esta «toxina» sin problema alguno.
Es decir, que lo único a tener en cuenta es que no hay que abusar. Por ejemplo, es conveniente no comerse media taza de semillas de manzanas en un período corto de tiempo, pongamos uno, dos, tres días. Sí, pero ¿cuántas manzanas nos tenemos que tomar para llenar media taza con sus semillas? Sin embargo, la dosis de B17 que contienen es altamente beneficiosa.
En el caso de las semillas de albaricoque, donde mayor concentración de radical ciano existe, sigamos las instrucciones del distribuidor; generalmente se aconseja consumir de dos a cuatro semillas al día, más que suficientes para beneficiarnos de su súper poder anticanceroso.
Por otra parte, el ciano (radical ciano) está muy demonizado, la industria farmacéutica debe estar muy interesada en hacernos creer que es fatal para nuestra salud; mientras los laboratorios ya están fabricando suplementos sintéticos de vitamina B17 precisamente para tratamientos anticáncer. Y parece ser que el ciano, junto con el cobalto (ciano–cobalamina) son micronutrientes esenciales para ayudar a ensamblar la tan preciada vitamina B12 a través de las bacterias fermentativas en nuestro intestino. ¿Será que va a resultar que el tal ciano no sólo no es nocivo sino que es necesario? Por casualidad, estos dos micronutrientes, el ciano y el cobalto, se encuentran en general en las semillas en dosis muy bajas y en los frutos secos.
Podemos decidir tomar ciano y cobalto en pequeñas dosis naturales para ayudarnos a producir vitamina B12, o podemos tomar suplementos de B12 y elegir no tomar ciano natural, o podemos decidir tomar las dos cosas —dado que hay mucho debate sobre este tema, y, lo cierto es que hay que gozar de buena salud intestinal para poder ensamblar la vitamina B12—. Cada uno que decida.
En todo caso, los beneficios que encierran las semillas de las frutas y los frutos secos son muchísimo más beneficiosos que la pequeña cantidad de «toxinas» que contienen; toxinas que, al final, han resultado no sólo no ser toxinas sino precursoras de esta vitamina imprescindible para nuestra salud. Un verdadero antídoto natural al alcance de todos.
Eso sí, hay que asegurarse que los vegetales que consumimos sean de origen orgánico, ya que, precisamente, los pesticidas se concentran en la piel y las semillas de frutas y verduras.
Si quieres leer más sobre la importancia del ciano y el cobalto en nuestra dieta te recomiendo leer Mi opinión sobre la B12, de Irene Bueno.
Y de la Dra. Odile Fernández Los melocotones, los albaricoques y las ciruelas son útiles para luchar contra el cáncer.
¡Bon appétit!