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Dobladillos de alma con frutos del bosque y el misterio de las manzanas

Esta entrada que ariae preparado para tí hoy es un regalito desde el fondo del corazón. Es una entrada doble, con una nueva colaboración y un misterio que nos desvela mi invitado de hoy, Mariano Maturana.

Algunos ya conocéis a Mariano, mi compañero de vida y, a veces, mi compañero de trabajo. Kijimuna’s Kitchen tiene mucho que agradecerle a él y a su apoyo incondicional; a veces, por simplemente estar ahí y tenderme un cable cuando las veinticuatro horas del día no han sido suficientes como para poder dedicarme a mi trabajo de profesora en la Universidad además de organizar los talleres de Kijimuna’s Kitchen y dedicarle horas de amor y cariño a este blog que construyo para aquéllos de vosotros que sintonizáis de cuando en cuando tan pronto como tenéis unos minutos libres o, fervorosamente, dia a día; y otras veces por estar ahí cuando aún mi estado de salud me tenía convencida de ser un ser frágil y delicado afectado de una grave condición inmune que iba a marcar mi vida y mi futuro y que me iba a ser imposible superar. Muy posiblemente siga siendo ese mismo ser frágil y delicado, pero mi propia experiencia me ha demostrado que la fuerza es algo que no es sólo físico, algo dentro de mí me dice que yo puedo, que tú puedes, que nosotros podemos juntos y por separado organizar nuestras vidas y nuestro día a día para sanar, para cuidarnos, para ser esas maravillas que la Naturaleza creó, para vivir de una manera consciente, ética y lo más sostenible posible, para ayudarnos e inspirarnos los unos a los otros de manera directa o indirecta, para abrir los ojos sin miedo y entender las cosas que antes pasaban desapercibidas y tomar las medidas necesarias para luchar por el mundo que sí queremos y acabar con el mundo que no queremos.

A veces, la cosa puede ser tan sencilla como hacer reflexionar o transmitir amor con los ingredientes de una receta, con una historia, con un cuento que nos haga sonreir y, sobre todo, que nos sorprenda como una caricia inesperada o una bocanada de aire fresco y limpio en el día a día más o menos ocupado y preocupado en el que todos vivimos.

Así que éste es mi regalo de hoy para tí, una entrada doble; una receta y una historia que sé que sin duda te van a encantar: dobladillos de alma con frutos del bosque y el misterio de las manzanas. Hoy, la receta llegará al final de la entrada y es requisito que leas la historia que hoy nos regala Mariano para que descubras el por qué del título de mi receta. ¡¡¡Aquí viene, aquí viene!!! Prepárate un té calentito para disfrutarla mientras te tomas unos diez minutos para desconectar. Desde aquí, ambos te enviamos un abrazo invisible pero gigante como el Universo.

El misterio de las manzanas

Al parecer no es aventurado aseverar que la manzana es la madre de nuestros alimentos. Ninguna otra fruta, como ella, es parte de incontables anécdotas, leyendas y tradiciones que abarcan diversas culturas y civilizaciones. De todas las menciones a la manzana en la historia occidental, desde la Big Apple de Nueva York, la Apple de Steve Jobs, la Apple Records de The Beatles, la manzana de Adán y Eva, la manzana de Blanca Nieves, las manzanas que Heracles robó en el jardín de las Hespérides, las manzanas de la inmortalidad de la diosa Iöunn  y un largo etcétera, la que más me gusta, por su significado científico, ha sido la manzana que atrajo la atención de Isaac Newton quien, como no se fiaba de la magia ni de la religión, no acababa de explicarse cómo y por qué era posible que la luna estuviese allí flotando en el espacio, girando alrededor de la Tierra. Y cuando vio caer la manzana, comprendió que la luna no flotaba sino que caía, comprendió que la Tierra, Marte, el Sistema Solar, los planetas, los astros, las estrellas y todos los cuerpos en el espacio caían como manzanas a través del universo, una caída espectacular y maravillosa que llamó fuerza de gravedad. Manzanas que danzaban atrayéndose unas a otras.

El malus siversii (ancestro silvestre del manzano) nos ha acompañado desde el pasado de los tiempos en nuestro viaje como especie a través de los siglos. Tanto es así, que asentamientos de nuestros antepasados, que se remontan a dos millones de años, han sido encontrados alrededor de donde crecían y aún crecen los manzanos salvajes del Asia Central, junto al mar Caspio, lugar originario de nuestro manzano actual, el malus domestica (manzano).

Esta historia me la contó hace unos días una amiga arqueóloga argelina, Malika Hachid, que no veía hace años y me encontré de casualidad en Barcelona. Yo acababa de comprar dos kilos de manzanas que me encargó Consol para preparar uno de sus sorprendentes manjares crudiveganos. Estábamos en época de manzanas, a mediados del otoño. Malika se rió mucho cuando me vio con las manzanas, eran de esas pequeñitas, las mismas que Alejandro Magno, durante la conquista de Asia Central, aconsejado por su séquito de sabios decidió llevarse a Macedonia y desde donde comenzaron a trasplantarse a través de Europa. Me comentó que justamente venía de Quba, en Azerbaijan, donde acababa de asistir al festival de la manzana. Había sido invitada por la Universidad de Khazar para intentar resolver un curioso misterio de manzanas.

Como era media mañana fuimos a tomarnos un zumo verde mientras me contaba esta increíble historia. Según un estudio publicado en el Journal of Azerbaijan Archaeology, en unas excavaciones llevadas a cabo los últimos veinte años se encontró un monumento de piedra, aparentemente un menhir, cubierto de manzanas esculpidas por toda su superficie. Se trataba de los restos de una civilización desconocida hasta ahora. El equipo de arqueólogos decidió llamar al asentamiento Uqbar Alma, «Uqbar» es el lugar y «Alma» es «manzana» en azerbaijanés. Los resultados de las diferentes pruebas habían sido contradictorios e insuficientes para determinar el período exacto de su construcción, de ser ciertos el monumento se remontaría a una época protohistórica. Ciertas figuras grabadas en una caverna cercana eran parecidas a las encontradas en Tassili n’Ajjer y como Malika es la única arqueóloga que conoce en profundidad estos asentamientos neolíticos africanos fue invitada a estudiar las aparentes similitudes. Ella me comentó que estaba sorprendida que los restos humanos encontrados cerca del monumento, entre los manzanos salvajes de 7 y 8 metros, correspondían al período del paleolítico y según las primeras pruebas eran seres humanos que habían fallecido a la edad de 120 o 150 años. ¿No sería que su alimentación principal eran las manzanas?

Quedaban muchas preguntas interesantes por hacer e innumerables respuestas por descubrir. Lamentablemente, el tiempo inexorable que nos arrastra por el espacio interrumpió su alucinante historia. Ella debía estar en el aeropuerto en un par de horas. Nos despedimos. Ya habría otro momento. Continué mi camino por Barcelona con mis dos kilos de manzanas, que Consol iba a convertir en un deleite para el paladar.

Dobladillos de alma con frutos del bosque

Dobladillos de alma con frutos del bosque

Tiempo de preparación: 30 min Tiempo de cocción: no necesita Listo en: 8 horas
Para 8 dobladillos

Ingredientes

Para los dobladillos
1/2 taza de harina de coco
1/2 taza de semillas de lino dorado, recién molidas
1 pellizquito de sal
1 c. pequeña de canela en polvo
1/2 c. pequeña de jengibre en polvo
1/2 c. pequeña de clavo de olor en polvo
1/2 c. pequeña de nuez moscada en polvo
1 c. pequeña de ralladura de piel de naranja
1/4 taza de aceite de coco, en estado líquido
1 manzana con la piel y las semillas, batida hasta conseguir un puré muy suave
1 naranja, el zumo
1/2 taza de agua tibia

Para el relleno
125 gr de frutos del bosque variados, congelados
1 c. sopera de harina de coco
1 c. pequeña de canela en polvo
1/2 c. pequeña de jengibre en polvo
1/2 c. pequeña de clavo de olor en polvo
1/2 c. pequeña de nuez moscada en polvo
1 c. pequeña de ralladura de piel de naranja
5 gotas de estevia líquida, con los principios activos
1 pellizquito de sal

Para la mermelada
5 gotas de estevia líquida con los principios activos, de venta en herbolarios
1 c. sopera de semillas de chía
El agua sobrante al desongelar los frutos del bosque

Dobladillos de alma con frutos del bosque

Método de preparación

Combinar todos los ingredientes en seco para los dobladillos en un bol y mezclar muy bien con una espátula hasta combinarlos homogéneamente. Añadir todos los ingredientes húmedos y combinar hasta formar una pasta modelable. Añadir el agua al final del todo y sólo ir añadiendo poco a poco hasta que obtengamos una masa suficientemente modelable para hacer los dobladillos. Puede ser que necesites un poco más o un poco menos de agua dependiendo del jugo obtenido de tu naranja y de tu manzana. Reservar la masa para los dobladillos en un bol en la nevera mientras preparas el resto de ingredientes.

Colocar los frutos del bosque en un bol y dejar que se descongelen a temperatura ambiente o bien colocando en el deshidratador a una temperatura de 40 ºC. Una vez descongelados, colar el zumo obtenido de descongelar los frutos del bosque con la ayuda de un colador de malla fina y reservar el zumo.

En un bol, combinar los frutos del bosque con el resto de los ingredientes para el relleno y mezclar con una cuchara suavemente hasta que todos los ingredientes estén bien integrados. Reservar.

Ahora prepararemos la mermelada. Es muy fácil, combina la chía, la estevia y el zumo resultante de descongelar los frutos del bosque en un botecito de cristal con tapa y mezcla bien con una espátula pequeña. Tapa y reserva en la nevera mientras preparas los dobladillos.

Retira la masa de los dobladillos de la nevera y divídela en ocho prociones iguales. Espolvorea un poco de harina de coco sobre un papael de hornear de unos 15 cm x 15 cm y coloca una porción de masa entre dos papeles para hornear y crea láminas cuadradas de unos 3 mm de grosor ayudándote de un rodillo de amasar. Despega el cuadrado de masa de los papeles de hornear y vuelve a colocar sobre el papel de hornear. Coloca una cucharada pequeña del relleno sobre tu cuadrado de masa justo en el centro, dobla los lados a izquierda y derecha del cuadrado de masa sobre el relleno y repite otro doblez en los extremos superior e inferior. Coloca en la bandeja del deshidratador. Repite la operación con el resto de masa y relleno.

Una vez tengas todos los dobladillos, deshidrátalos en el deshidratador a 38 ºC durante ocho horas. Una vez deshidratados durante ocho horas, deberán quedar blanditos y húmedos por dentro, pero secos al tacto por fuera. Servir tibios y decorar con una cucharada de mermelada de frutos del bosque y chía.

Ya están listos para disfrutar, estos dobladillos son la merienda perfecta. Te los quitarán de las manos, ya verás.

¡Bon apéttit!

5 comentarios

  1. Barbara dice

    Gracias nuevamente por el amor a la vida que imprimes en cada receta, palabra o detalle con las que nos deleitas cada día. Gracias también a Mariano por su historia, inspiradora y motivadora. Inspiradora de maravillosas receta y motivadora para una buena alimentación. Gracias a los dos, de todo corazón.
    Les mando un fuerte abrazo desde una isla que los espera con los brazos abiertos y la mesa puesta

    • Barbarita, coRAWzón,

      gracias a tí por estar siempre ahí y por tu comprensión… que se me ha pasado la fecha de los caquis.
      Nena, cómo tenía el calendario este año en la Uni, no me he dado cuenta hasta que se me «tiró» encima. A ver si para cuando haga tiempo más cálido hacemos un huequito y venimos a verte. No te creas que no lo comentamos… al contrario, hasta nos da rabia porque no encontramos el momento. En fin, pronto, pronto, I promise!!!
      Un beso gigante y un abrazo eterno, hermosa. Qué suerte tener amigas como tú!!!

      ¡Muacs, muacs, muacs, muacs, muacs, muacs, muacs, muacs, muacs, muacs, muacs, muacs, muacs, muacs, muacs!
      Consol y Mariano

  2. Martha Olivia Rosas Franco dice

    hola, me encanto este potrecito de los dobladillos de alma con frambuesa.
    cuanto tiempo se conservan en refrigeración? se pueden congelar?
    Muchas grs x compartir y x su atención
    saluds desde México DF
    Martha

    • Hola, Martha,

      pues como norma general, casi todos los platos preparados se pueden conservar en la nevera unos 3 días.
      Cuando utilices coco, sobre todo si es el coco rallado, puede ser que fermente, y entonces el sabor se vuelva picante y menos dulce.

      Como congelar, sí, lo puedes congelar. Pero a mí no me gusta congelar nada. Cambia la estructura molecular de los alimentos, y las enzimas en alimentos vivos pierden sus propiedades catabólicas y el proceso de maduración se para.

      Un abrazo,

      K

  3. Beatriz Ester Galante dice

    HUMMMM que delicia!!! ya manos a la obra y lo hago, Gracias Beatriz