Repletas de nutrientes esenciales, las remolachas —y su zumo— se han asociado con numerosos beneficios para la salud, entre los que se incluyen la mejora del flujo sanguíneo, la disminución de la presión arterial y el aumento del rendimiento en el ejercicio. Muchos de estos beneficios se deben a su alto contenido de nitratos inorgánicos.
Su piel, como la de todas las raíces y frutos, contiene importantes antioxidantes y fitonutrientes. En el caso de las raíces, la piel es interesante que la consumamos también porque contiene mayor cantidad de estos fitonutrientes con propiedades cicatrizantes que contribuyen a la regeneración de los tejidos. Generalmente, pelamos las raíces porque su piel es más rugosa y áspera, más seca y, en ocasiones —como en las zanahorias—, más amarga. Lo ideal sería incluirlas siempre en las preparaciones (enteras o en zumos), para aprovechar estos beneficios. Lavarlas bien con un cepillo es clave, y, por supuesto, que sean siempre de origen orgánico para evitar los químicos tóxicos propios de la agricultura intensiva no ecológica.
Su contenido en agua biológica —el agua que realmente es mejor absorbida por nuestras células— es bien alto, un 87%. Así que son divinas para preparar zumos fresquitos en época de calor, o sopas y cremas a temperatura corporal (37-38 ºC) en tiempos más fríos.
No sólo son una fuente interesante de fibra cuando las consumes enteras, sino de carbohidratos de excelente calidad (unos 6,8 g por cada 100 g de remolacha). No olvides que todos los vegetales contienen también proteínas, en el caso de las remolachas unos 1,6 g por cada 100 g de remolacha.
Tienen un índice glicémico medio —un valor de 61, similar al de muchos siropes que nos venden bajo la etiqueta de saludable o bajo índice glucémico—, y en crudo tienen un 10% menos de azúcares naturales que cuando las cocinas. Ya os lo vengo diciendo desde hace más de una década: cooking is no good! ¡Ja! La cocción no sólo reduce la absorción de proteínas en los vegetales (sí, todos los alimentos vegetales contienen una dosis proteica), genera tóxicos innecesarios, daña su fibra natural tan importante para nuestros intestinos, destruye la mayoría de vitaminas y otros fitonutrientes, sino que además aumenta los niveles de azúcares en los alimentos. Aunque la carga glicémica de la remolacha es muy bajita, de un valor de 5. Esto significa que no deberían tener un efecto preocupante en los niveles de azúcar en sangre de los que la consumimos porque la cantidad total de carbohidratos (básicamente glucosa y fructosa naturales) en cada porción es baja.
Las remolachas son fuente de muchos minerales orgánicos y vitaminas esenciales, piensa que son raíces y todas las raíces absorben como esponjas estos minerales de la tierra con la que están en contacto. Entre estos minerales y vitaminas destacan el folato (vitamina B9) que contribuye al crecimiento normal del tejido y las funciones celulares —ideal para etapas de desarrollo: niños, adolescentes y embarazadas—; manganeso, que contribuye la regulación de los azúcares en nuestro metabolismo; potasio, que contribuye a regular la presión saguínea y por tanto la salud cardiovascular; hierro, un mineral esencial clave para todas las funciones corporales ya que es necesario para transportar el oxígeno a las células; vitamina C, la reina de los antioxidantes, clave para asimilar mejor el resto de nutrientes en los vegetales y para mantener el sistema inmune y la piel en estado óptimo; vitamina B6, que refuerza el metabolismo, contribuye a la asimilación del magnesio y a la producción de células rojas; calcio, necesario para la salud del sistema esqueleto-muscular; fósforo, esencial para la salud ósea —dientes incluídos— y la reparación celular; cobre, clave en la producción de colágeno, asimilación del hierro y el mantenimiento del sistema inmune; zinc, que promueve la curación de heridas, apoya el sistema inmunológico y estimula el crecimiento celular normal. Por todo esto, es también considerada como uno de los alimentos más antianémicos. Yo pienso que la podríamos llamar súperalimento, como la mayoría de vegetales y frutos.
Sus súper antioxidantes provitamina A, vitamina B6 y hierro ayudan a proteger el hígado de la inflamación y el estrés oxidativo al tiempo que mejoran su capacidad para eliminar toxinas del cuerpo.
Su alto contenido en nitratos naturales la ha convertido en la protagonista de los zumos para deportistas. Nuestro organismo convierte los nitratos naturales del mundo vegetal en óxido nítrico, una sustancia que viaja a través de las paredes arteriales enviando señales a los minúsculos músculos alrededor de las arterias con la señal de relajarse. Cuando estos músculos celulares se relajan, los vasos sanguíneos, también, se dilatan, y la presión sanguínea desciende. Los nitratos también reducen el uso de oxígeno durante la práctica física —en especial la de alta intensidad— mejorando la eficiencia de las mitocondrias, los órganos en las células responsables de producir energía.
La buena noticia sobre los nitratos es que abundan en el reíno vegetal, sobre todo en las hojas verde oscuro, que tienen incluso mayor potencial que las remolachas. Eat your dark salad every day, my friend! No hay manera más fácil de cuidarse.
Lo mejor es que esta fruta tubércula la puedes combinar con dulce y con salado, así que no sólo en zumos o ella sola, sino que tanto en ensaladas, cremas, sopas o dulces será siempre un buen acierto.
Para maximizar la absorción de nutrientes, es ideal combinarla con grasas naturales de calidad y si además éstas son altas en omega 3 —cáñamo, por ejemplo— tienes un plus que no tiene precio.
En la receta de hoy tienes un recetón que parece caprichoso, pero es maravilloso para el funcionamiento de nuestro organismo, para refrescarte en verano, para nutrirte y para subir tus niveles de energía de la manera más natural.
Y, dime, no me negarás que el color es precioso. Las remolachas deben su color intenso a las betalainas, uno de los fitonutrientes más antioxidantes que estimulan la salud del sistema inmune, minimizan la inflamación y reducen el estrés oxidativo.
Las grasas saludables que incluye esta receta hacen que la absorción de nutrientes y azúcares sea más lenta y mejorada. He decidido también decorar mi granizado con brotes de remolacha —ya sé, qué extraño para un dulce, ¿verdad?—. Me encanta poder añadir brotes y germinados en cualquier situación, y estos son dulzones. Los brotes y germinados no sólo están repletos de fuerza vital, sino que contienen el gran potencial de nutrientes concentrados que ayudarán al desarrollo de la futura planta y, a parte, añaden un extra de fibra y proteínas (aminoácidos esenciales) de muy fácil asimilación. Para mí, un día sin brotes y germinados es como un día sin sol.
Ingredientes
Para 2 raciones
Para el granizado
100 ml de leche de coco, al 80% de coco (o 60 g de pulpa de coco + 40 ml de agua)
100 ml de infusión de hoja de stevia
2 C (30 ml) de aceite de coco, en estado líquido
2 C (35 g) de mantequilla de almendras crudas
1/2 T (125 ml) de zumo de remolacha
500 g de hielo en cubitos
Terminación
2 C de aceite de cáñamo o de semillas de calabaza
brotes de remolacha al gusto
Método de preparación
Colocar todos los líquidos para el granizado en una batidora de vaso y batir hasta obtener una emulsión bien suave.
Añadir el hielo y batir a la máxima velocidad durante unos 10 segundos o hasta obtener una textura de granizado.
Terminar decorando con el resto de ingredientes.
Bon appétit!