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Salmorejo my way

Hay platos tradicionales que despiertan pasiones y el salmorejo cordobés es uno de ellos. La receta tradicional se hace con tomate crudo, pan, aceite de oliva, ajo y sal. En esta receta, los tomates se trituran y luego se cuelan para descartar la piel y las semillas y conseguir un puré suave y cremoso, con el dulzor de fondo del pan y el increíble sabor de los tomates maduros del verano. El resultado es una crema sedosa que se sirve fresquita, en verano, acompañada con una pequeña guarnición de huevo duro y jamón serrano. Ésa es la receta tradicional.

Yo muchos de estos ingredientes no los consumo; de origen animal, si me sigues, ya sabes que nada. Pan, pues tampoco (bueno, sólo mis panes crudos que yo misma preparo a partir de brotes y germinados). Y los alimentos, a mi me gusta consumirlos todos enteros; la piel de las frutas y vegetales siempre que se pueda comer es interesantísima, porque en ella se acumulan la mayor cantidad de antioxidantes y principios anti–aging; y sus semillas son ricas en aceites naturales y proteínas de buena calidad. Así que lo que he hecho es reinventar el salmorejo my way para elaborar una crema para el verano con sólo lo mejor de lo mejor. Te advierto que está mucho más rico, es más nutritivo, es más ligero e ideal para beneficiarse de las propiedades de los frutos del verano y alcalinizante e hidratante a más no poder. Estoy segura que va a ser el hit del verano en casa, y espero que en otras muchas casas también. Yo ya lo he preparado varias veces, y cada vez que lo pruebo me parece más delicioso. Ya te digo, top of the pops

Bueno, te cuento un poco en qué consiste mi versión, y te la recomiendo al 200%. Ya me contarás, pero sé que te sorprende seguro. Te cuento:

Sobre los tomates: lo importante es que utilices de los más maduros, bien rojos. A ser posible, que sean orgánicos porque utilizaremos la piel; lávalos bien, de todas maneras, por muy orgánicos que sean. Yo he utilizado la variedad tomate rosa o de piel de doncella, una variedad típica de Barbastro. Tienen una piel muy finita y una pulpa suave como el terciopelo, son mis tomates favoritos. Son desiguales y gigantones. Tanto, que a veces compro sólo uno y ya me pesa más de un quilo. Como la piel es muy finita, se deben dañar mientras crecen en la planta, por eso presentan como «durezas» en la piel, que no son más que las cicatrices que produjo la propia planta para cerrar las heridas. Hay quien dice que son feos por eso y por sus formas caprichosas, a mí me parecen los tomates más bellos y auténticos. ¡Fan total!

En vez de pan: en la receta original, el pan es clave para dar espesor, cremosidad y dulzor a la crema. Yo he utilizado aguacate y aceite de coco que son la clave de la textura y el dulzor finísimo de mi salmorejo my way. No juzgues hasta que no lo pruebes, el sabor ni se nota, ni del aguacate ni del aceite de coco, pero la textura ya te digo que es inmejorable. Estas grasas extra ayudarán también a que absorbamos mejor las vitaminas de este plato, especialmente el licopeno del tomate.

Salmorejo my way

En vez de ajo: en vez de ajo, que lo encuentro muy fuerte —a mi me suele repetir—, he utilizado brotes de ajo. Son los puntitos negros que ves en la foto. Si no encuentras brotes de ajo, o germinados de ajo, puedes utilizar un diente de ajo. Pero los brotes de ajo son mi secreto para que mi salmorejo my way sea una receta de lo más digestiva sin perder ese sabor tan típico mediterráneo. Lo mejor es que las propiedades del ajo, que es un súper alimento con propiedades medicinales y de efecto anticáncer, en brote o germinado son mucho más potentes. Todos los germinados y brotes contienen entre 10 y 30 veces más vitaminas y minerales que la propia planta, a parte de clorofila (los brotes), ácidos grasos y aminoácidos esenciales, es decir, las grasas y las  proteínas ya listas para que las asimilemos sin necesidad de transformaciones extra por parte de nuestro organismo.

Pimiento rojo: ¡Ahá! Aquí viene otra de las licencias, el salmorejo tradicional no lleva pimiento, pero el salmorejo my way ya te digo yo que no puede prescindir de esta súper fruta preciosa del verano. Los pimientos, como los tomates, son bien ricos en carotenos, los nutrientes que fortalecerán tu piel y otros tejidos, a parte de tener unos altísimos contenidos en vitamina C, una de las frutas que más vitamina C contiene. El pimiento rojo añade un extra dulce, como hace el pan en la receta tradicional, y le da ese color vibrante que parece que diga a gritos lo saludable que es este plato.

Limón: he añadido el zumo de un limón, un par de cucharadas soperas, para alcalinizar aún más y para darle el contrapunto que le daría la sal; ya que la sal yo la he suprimido.

Y como guarnición: unas flores de ajo, tomate seco cortado a trocitos y semillas de cáñamo peladas, proteínas de las buenas. Imagino que si estás al día de las tendencias en alimentación, te habrás dado cuenta de la «nueva» moda del huevo… Parece que si no comemos huevo, literalmente, no comemos. Y solamente se habla de los innumerables «beneficios» de este «alimento», aunque muy poco eco se hace de los estudios de los los profesionales de la salud que hablan de la bomba hormonal que es el huevo —después de todo es la menstruación de las gallinas—, o de sus efectos acidificantes en nuestro organismo al consumirlo, ya que tiene el mismo efecto nocivo a nivel intestinal que cualquier otra proteína de origen animal. No lo digo yo, hay muchos estudios (te dejo una buena lista al pie de esta entrada) que demuestran que los contenidos en colina de los huevos —también presente en otros productos de origen animal— no son nada beneficiosos para el sistema cardiovascular; que su consumo produce proteínas putrefactivas y enzimas tóxicas en nuestro intestino a las que se les atribuyen efectos procancerosos; que tienen un efecto proinflamatorio por su contenido en ácido araquidónico; que como cualquier grasa animal acumulan tóxicos ambientales o cualquier otro tóxico que entrase en el organismo de la gallina ponedora —y todos los animales explotados por la industria alimentaria deben ser vacunados según la ley—; y otras «maravillas: que ya no voy a mencionar para no desviarme más de mi verdadero propósito: explicarte las verdaderas maravillas de la semilla de cáñamo como alimento, una súper semillita que no puede faltar en tu despensa.

Las semillas de cáñamo peladas son muy fáciles de digerir y un alimento muy interesante, ya que en sólo dos cucharadas soperas (unos 20 gramos) obtenemos aproximadamente 1,4 gramos de omega 3, 10,5 gramos de proteína (con altos contenidos de todos los aminoácidos esenciales), vitaminas A, D, E, K y del grupo B y altos contenidos de minerales como cobre, magnesio, manganeso, fósforo, selenio, zinc y, en menor cantidad, calcio, hierro, potasio; a parte de ser un alimento rico en fibra y energético (datos obtenidos de The Canadian Nutrient File). Pocos alimentos como éste, tan equilibrados y con tal concentración de nutrientes, vamos a encontrar. Y utilizar estas semillas es tan sencillo: como topping en cualquier tipo de plato, dulce o salado; en leches vegetales; en dulces saludables; como snack solas o mezcladas con otras semillas… son deliciosas y muy versátiles y sin la desventaja de ser acidificantes, proinflamatorias, etc. Cuando las compres, guarda estas poderosas semillitas en la nevera, en recipiente de vidrio con tapa, para preservar sus delicados aceites al máximo.

En fin, te dejo ya con la receta de mi salmorejo my way. Sé que te va a encantar.

Salmorejo my way

Ingredientes

Para dos personas

Para el salmorejo my way
650 g de tomate bien maduro, lavado y con la piel y las semillas
1 pimiento rojo dulce (unos 180 g)
1 limón, el zumo
1 aguacate pequeño (unos 80 g ya pelado y sin semilla)
1 C de aceite de coco (15 g)
50 g de brotes o germinados de ajo

Para el topping

2 C de semillas de cáñamo pelado
8 tomates secos (16 mitades), picados finos
12 flores de ajo (opcional)
1 C de aceite de oliva virgen extra

Método de preparación

Trocear el tomate, el pimiento y el aguacate y batirlos en una batidora de vaso junto al aceite de coco y el zumo de limón hasta obtener una crema bien suave.

Añadir los brotes o germinados de ajo y batir levemente hasta que se mezclen bien con la crema.

Servir y decorar con el tomate seco picadito, las semillas de cáñamo, las flores de ajo y el aceite de oliva.

Si se quiere, se puede reservar unos 30 minutos en la nevera y consumir fresquito; es ideal para hidratarse y combatir el calor del verano de la manera más saludable y sin olvidar incluir las grasas saludables.

Bon appétit!

Bibliografía

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3 comentarios

  1. Maria Alicia dice

    Interesantisimo para mi.

  2. Jennifer Nebrera dice

    Gracias por este exquisito descubrimiento!!