¿Te pasa alguna vez que tienes tanto y tanto que hacer que no tienes tiempo de cocinar o pensar siquiera en lo que te vas a preparar para recargar pilas de la manera más saludable?
Sí, sí, a todos nos pasa, ¿verdad? La agenda puede ir tan llena que vamos dejando lo más importante, nuestra salud, para «después».
Es lo que me pasa a mí cada otoño. Empiezan las clases, hay que retomar proyectos que se quedaron en pausa durante las vacaciones de verano. Surgen proyectos nuevos, ferias, festivales, clases, talleres, artículos, desarrollo de nuevas recetas, mensajes y mensajes y mensajes por responcer… y, mientras tanto, sigue la experimentación en la cocina y parece que el tiempo se encoja…
Pero, ante todo, me niego a renunciar a seguir haciendo ejercicio para cuidar mi cuerpo, a dejar de leer para cuidar mi mente, y a dejar de comer bien para cuidar a todas y cada una de mis células.
Hay muchas otras cosas que desafortunadamente van cayendo fuera de la agenda, como las horas de ocio, o algunas invitaciones y charlas a las que he tenido que decir que no, hasta que no tenga un clon, claro, no podré hacer frente a todo… Pero mi trabajo me encanta y, además, tiene una faceta social muy importante. Tengo la gran suerte de conocer y ayudar a personas que quieren mejorar ellas mismas y ayudar a sus familias y entorno también a mejorar, y que apuestan por un mundo mejor desde sus pequeños actos cotidianos, día a día, acto a acto. Es maravilloso.
Peeeeero, mira, es cierto, se le acaban las horas al día y a veces no da tiempo ni a pensar «y hoy, ¿qué como?».
Para esos días, tengo una solución infalible, una receta que se puede preparar en cuestión de 15 minutos sin demasiado jaleo, está llena de antioxidantes que mantendrán a nuestros sistemas nutridos y saludables, y que nos aportan un poco de todos los nutrientes que necesitamos al día. Sí, sí, el plato que te traigo hoy es bien simple, pero te aseguro que está pensado a conciencia y, lo mejor, con ingredientes fáciles de encontrar y con producto orgánico de temporada bien madurito bajo los rayos del sol.
Antes de mi super bowl, mientras mezclo ingredientes y reposa y se incha la chía, me gusta prepararme un zumo verde bien simple. Generalmente, de apio y limón, o de apio y raíces de temporada (nabo, daikón, remolacha blanca o roja, zanahoria naranja o morada); parecen ingredientes muy sobrios, ¿verdad? Pues los utilizo porque son los más alcalinizantes y más cargados de minerales, los encuentro deliciosos. Me sientan súper bien si rebajo el zumo con agua y lo tomo a pequeños sorbos, para no estresar el estómago ante tal concentración de nutrientes… y si hace fresquito, añado el agua tibia y, a temperatura corporal, este zumito se convierte en la «sopa viva» más exquisita del planeta. Suave, fácil de digerir, oxigenante, remineralizante, vitaminante y deliciosa. No se le puede pedir más a un alimento.
En días en los que la agenda me queda apretada, me preparo los platos más energéticos y nutritivos, saciantes y al mismo tiempo fáciles de digerir, con sus grasas saludables —el mejor omega 3, de origen vegetal—, todos los aminoácidos esenciales, los mejores carbohidratos, todas las vitaminas, minerales y oligoelementos y los más potentes polifenoles, como los que se encuentran en las uvas negras. Ahora que estamos de temporada, aprovecha y come uvas siempre que puedas, piensa en las uvas como en nuestra berries autóctonas. Escoge las negras a ser posible, que tienen muchos más nutrientes y fitonutrientes rejuvenecedores y vitalizantes.
¿Vamos a por esa receta?
Para la base de mis Súper super bowls para cuando no hay tiempo me gusta preparar leche de cáñamo pelado por diferentes motivos: sólo tengo que batir sin necesidad de filtrar, no hace falta remojarlo si no quieres, tiene un sabor muy nuetro que te permite preparar tanto platos dulces como salados, contiene todos los aminoácidos esenciales y es súper rico en omega 3. No te olvides de cuidarte, porque, sin duda, te mereces lo mejor.
La chía en estas situaciones «pim, pam, fuego», no la trituro. La dejo remojar, bien desde la noche anterior o bien durante 15 minutos en la leche vegetal que preparo siempre yo misma. Aunque la chía es mucho mejor triturarla antes de consumir, ya que nuestro sistema digestivo no tiene la capacidad necesaria para poder romper las semillitas, y lo que se escapa de entre los dientes sale del cuerpo tal y como entró. Por eso, mastica lo mejor que puedas, si es que no trituraste tu chía. Y, recuerda, masticar e insalivar a conciencia tus alimentos es lo mejor que puedes hacer para mejorar la digestión y la absorción de nutrientes.
Aquí viene ya la receta más nutritiva del planeta… A disfrutar cuidándose.
Súper super bowl con bayas para cuando no hay tiempo
Ingredientes
1/4 T de semillas de cáñamo
1 T de agua filtrada o de manantial
1/4 T de semillas de chía
1 T de uvas negras, mis preferidas son las ull de llebre y las moscatel negras de La Rioja
1/4 T de arándanos
2 C de bayas goji
1 mandarina o 1/2 naranja, pelada y desgajada
10 pistachos crudos, pelados
4 nueces de Brasil, fileteadas a cuchillo antes de servir
1 C de aceite de coco
1 c de jengibre en polvo
1 c de canela en polvo
Método de preparación
En una batidora de vaso, combina el cáñamo con el agua y bate junto con el agua hasta obtener una leche vegetal deliciosa.
Mezcla en un bol la leche de cáñamo con las semillas de chía y mezcla muy bien con una cuchara. Deja reposar como mínimo unos 15 minutos.
Sirve en tu bowl favorito y decora con la fruta, los frutos secos, el jengibre y la canela y el aceite de coco.
Regálate una pausa y disfruta de este plato lleno de vida pero fácil, fácil, fácil de digerir. El trabajo ya vendrá luego y, con platos como éste, no habrá quien nos pare.
Bon appétit!