Hoy os cuento mi último viaje a Londres, con muchos detalles de nuevos e interesantes lugares donde comer healthy que descubrí. ¿Qué me decís? ¿Os venís comigo de viaje?
Viví en Londres casi cinco años de mi vida. Nada más llegar a esta ciudad cosmopolita, hiperproductiva y súper creativa, llena de personas con los sueños y proyectos más diversos, me enamoré de ella. Aterricé con la idea de pasar sólo seis meses, iba a realizar un proyecto durante ese tiempo, que al final se convirtió en cinco años maravillosos de mi vida durante los que conocí a personas hoy muy queridas que llevo cada día muy cerca de mi corazón.
Desde que regresé «a casa» tras esos casi cinco años, he ido volviendo a The Big Smoke, mi «otra casa», intermitentemente para observar cómo van cambiando, a ritmo trepidante, su paisaje urbano y sus costumbres. Uno de esos cambios más gratificantes e inesperados ha sido en el ámbito de la alimentaicón, tanto en los menús ofrecidos por los innumerables locales dedicados a la restauración como en los mercados y supermercados. Cambios hacia una alimentación más consciente que hace unos años me hubiesen parecido impensables son hoy día una realidad.
Este verano, una vez más, aproveché para hacer uno de mis viajes relámpago, y es esto lo que quiero compartir con vosotros hoy en esta entrada. En mi visita no pude dejar de quedarme maravillada al comprobar la oferta veggie y healthy de múltiples locales, incluso los platos más tradicionales tienen hoy su versión vegetal, desde los mercados antiguos hasta los supermercados de las zonas residenciales pasando por bares, restaurantes e incluso pubs sin mencionar las nuevas súper tiendas de productos orgánicos.
No, todavía no están todos los que son, pero espero que sí estén todos pronto —me sorprendió muchísimo la ausencia de consciencia en el menú del restaurante de las Tate Gallery—. Sin duda, me reafirmo en lo que he dicho otras veces, la revolución compasiva, consciente y healthy ha venido para quedarse.
Muchos critican la cocina inglesa porque la desconocen, desconocen su sentido, el tipo de preparaciones y hasta sus verdaderos platos, «la cocina de grandma«, que nada tiene que ver con el junk food que se suele servir en los pubs —los típicos fish and chips, frituras diversas, los desayunos tradicionales ingleses más delirantes cargados de grasas saturadas enranciadas por la cocción a altas temperaturas, los refinados y los azúcares y aromas añadidos (sólo hay que leer los ingredientes en las latas de baked beans, que no pueden faltar en el típico English Breakfast, el tradicional y ahora también la versión vegana) —.
La verdad es que la auténtica cocina British no es una cocina fácil y rápida, con todos sus caldos, sopas, cremas, ahumados, panes caseros, pies, tartas y horneados que piden horas y horas de cocción y bastante preparación; largas horas durante las que, antaño, los fuegos de las cocinas calentaban poco a poco los hogares durante el frío invierno. Para los no locales ésta es una cocina muy desconocida, y raramente encontraremos un restaurante de proper British food, como los verás anunciados si es que tienes la suerte de toparte con uno.
Si quieres tener una impresión de algunas preparaciones tradicionales, en Borough Market, un antiguo mercado medieval recuperado hace unos años atrás y ubicado muy cerquita del London Bridge, puedes degustar algunas recetas autóctonas auténticas preparadas de manera artesana con los mejores productos de las islas. Y aunque estas recetas incluyen productos animales, hoy día encuentras también versiones vegetarianas y veganas; al final, tampoco es tan difícil veganizar un plato de este tipo, ya que los acompañamientos favoritos ingleses son los guisantes, las patatas y adoran las espinacas, las setas, los puerros, los boniatos… Aunque estos platos no estén hechos para mí, me parece extraordinario que se puedan encontrar cada vez más versiones compasivas y, a veces, hasta casi saludables.
Lo que más me fascinó esta vez en Borough Market fue no sólo la oferta veggie de cocinas del mundo, sino el nuevo stand de zumos orgánicos preparados al instante, todos very living. ¡Qué bien! No hay nada que me choque más que la moda del zumo verde envasado por todas partes, algunos tienen durabilidad de hasta 7 días o más, incluso los comercializan con ese típico color apagado verde botella de planta desfallecida, los líquidos separados, ¡uf!… señal de que están ya completamente oxidados y añejos; al final es lo mismo que beber agua (o peor, porque el agua no está oxidada…) pero a precio de oro. Pero mira, tenemos suerte, no todos son igual de cómodos al ofrecer los zumos cold–pressed, como los llaman ahora.
En Borough Market no sólo preparan zumos frescos al instante, sino que los hacen orgánicos, cold-pressed, of course, e incluso de hierba de trigo (wheatgrass) fresco para los shots o para añadir a los zumos al gusto.
Otra de las cosas que más me sorprendió en este viaje fueron los menús con conteado calórico en los pubs populares —qué pena que tengan tan poco de consciente—, donde sin duda no llegan los turistas, y que también ofrecen versiones vegetarianas y veganas de platos de pub típicos que, aunque nada saludables ni recomendables, han puesto un acento en advertir al consumidor de los excesos. Señal clara que las autoridades de la salud empiezan a preocuparse por los casos cada vez más comunes de sobrepeso y obesidad. Genial que al menos se les haya ocurrido esta técnica para avisar dónde están las sobredosis calóricas en la comida basura, generalmente, en grasas saturadas enranciadas y azúcares añadidos. Pero lo más notorio, al menos para mí, fue que en todos los locales te ofrecen agua e incluso agua infusionada con piel de pepino o con rodajas de limón, gratis. Bien, habrá que hidratarse —sobre todo teniendo en cuenta la manera de beber descontrolada típica de estas tierras después del trabajo—, ahora ya no hay excusas.
Una de mis mejores experiencias esta vez fue visitiar Sky Garden y desayunar un súper batido verde en su Darwin Brasserie. Un lujazo añadido pasear por los jardines interiores de este rascacielos en la City desde donde puedes disfrutar de un panorama de 360º sobre la ciudad y, mejor aún, comer alimentos de verdad si te apetece.
Pero aún hay un «todavía mejor», y es que estos cambios no están sólo en la capital de UK, sino en otros muchos lugares. Esta vez, aprovechando mi mini escapada estival, decidí visitar Canterbury y, oh my!, había unos cuantos lugares con sorpresas esperando.
Desde el sencillo Burgate Coffee House al lado de la catedral con sus sandwich veganos —perlas raras entre otras ofertas nada veggie— y su leche de almendra cold–pressed del día, hasta Kitch, un pequeño restaurante con muchas opciones orgánicas y «saludables» para todos. Bueno, ya sabes que en mi caso «para todos» no es algo que necesariamente me solucione el dilema de comer para alimentarme, pero al menos facilita el poder picar algo en grupo cada uno con sus dietas y sus gustos. Reconozco que tras marear a la camarera —afortunada o desafortunadamente, como de costumbre—, conseguí comer de lo mejor, aunque no todos los ingredientes fuesen crudos. Eso sí, un 11 para el servicio, je, je, que me soportó tantos cambios en el plato que al final no se parecía en nada al original, excepto en los falafel de boniato. Siempre me tocan estos camareros/-as divinos/-as… A veces escucho cómo se quejan otros «veggie eaters» de lo mal que los atienden en muchos restaurantes; ¿será casualidad? o ¿será causalidad? Me inclino por lo segundo, una sonrisa y un «por favor, ¿podemos hacer algún cambio?» no pueden sentar mal a nadie, ¿no crees?
Menos suerte tuve en la visita a Whitstable, un precioso pueblito en la costa que se enorgullece por ser capital de la ostra —not for me, thanks! Allí, las únicas cosas que me parecieron nutritivas y naturales fueron los rallitos de sol, la lluvia, el aroma del mar y la fresca brisa marina. Otro año será.
Definitivamente, en UK, para comer alimentos vivos en lugares públicos, Londres es el lugar. Mis sitios favoritos, sin duda, The Pharmacy y Nama Foods, los dos restaurantes se encuentran en Notting Hill; aunque hay innumerables sitios esparcidos por la ciudad, sobre todo por Soho y la zona de Covent Garden. Por The Pharmacy sentía curiosidad, es un restaurante reciente con oferta diversa, aires gourmet y opción omnívora, vegetariana, vegana y raw vegan, y a Nama Foods —vegano y raw—tenía muchas ganas de volver, ya que hace muy poco empezó a colaborar con sus dulces increíbles Amy Levin, chocolatier raw food con la que he tenido el honor de formarme en el arte del raw chocolate.
En los viajes cortos uno tiene el tiempo que tiene y no puede probar de todo, ¿verdad? Y se pierde la oportunidad de visitar tantos lugares como querría. Aunque yo me resisto a esta idea, y tengo una táctica que me divierte y que confunde tanto a acompañantes como al servicio. Consiste en comer en un lugar y tomar el postre en otro. En el primer lugar se quedan confundidos porque uno no quiere degustar lo que todos anhelan, el dulce después de la comida. En el otro lugar se extrañan que uno no quiera comer nada excepto el postre. Pero ya os digo, es una táctica muy efectiva si lo que quieres hacer es investigar y degustar; y siempre funciona, como dice un dicho de donde soy «pagant, Sant Pere canta» (trad.: «pagando, San Pedro canta»). Eso, o tengo la suerte de estar rodeada de gente magnífica que me acompaña feliz con mis «caprichos». Gracias, gracias, gracias Universo por haber salpicado de seres maravillosos mi camino.
Si estás por el barrio de Marylebone, el diminuto café Paul Rothe and Son, con estanterías infinitas a rebosar de botecitos preciosos de mermeladas —con mucho azúcar blanco…—, compotas, jaleas y otras conservas es un lugar precioso para hacer una pausa. No hace falta comer para tomar un té. En verano también ofrecen bebidas bien frías y, en invierno, sopas bien calientes; la de tomate con albahaca es bien rica y completely veggie.
Aquí encontrarás todos los tés que te puedas imaginar y todo el producto, aunque not my cup of tea, es de primera calidad. Si comes pan, tienen unos bocadillos que se ven golosos. Lo mejor, una amplia gama de vegetarian sandwiches de lo más excéntrica. Si no conoces el Marmite (un untable típico inglés fermentado por el que sólo se puede sentir odio o amor total, tan especial es), igual te apetece un bocadillo de Marmite y pepino. Aunque tienen bocatas tan simpáticos como los sandwiches de ensalada de hoja (con extra de pepino y tomate), o los de ensalada de patata, de coleslaw (la versión inglesa del chucrut, que se hace con col lombarda y mayonesa, I love it!), de tomate fresco o tomate seco en aceite de oliva y paté de aceitunas, de alcachofas… No lo sé porque no probé, pero apuesto a que no les importa «servirte un bocadillo sin pan», seguro que les hace hasta gracia. El servicio, los dueños del local son parte de él, es de lo más atento y agradable; y el local, aunque tan pequeñito, es muy acogedor.
Lo que me decepcionó en este viaje fue The Mae Deli, el restaurante abierto por la conocida blogger Ella Woodward en un vecindario bastante high class: un local con decorado un poco cursi, very ladylike, donde tienes la opción de comer una selección de platos de una especie de buffet del día ya preparado de donde puedes elegir un número de platos. Las chicas de la barra, muy agradables, emplatan sin mucha gracia; y al final uno acaba con un plato combinado que se parece más al rancho militar que a las delicias que publica Ella en su blog y en sus libros, mala anticipación del nombre del local; de «Deli», poco, poco.
Para acompañar, zumos envasados y unas recetas un tanto predecibles. Lo curioso, el local lleno de chicas que parecen haberse ido a vestir a las mismas tiendas, haberse formado en los mismos colegios y que hablaban entre ellas de la experiencia de su última detox. En fin, las modas son las modas…
Éstas son sólo unas pinceladas sobre el cambio de oferta en la restauración e incluso en los hábitos de alimentación de muchos que observé en mi útlimo viaje a Londres; lo genial es que hay ya muchas más opciones para comer orgánico, vegetal y vivo; la semilla está plantada y el tiempo para que brote y crezca ya ha empezado a correr. Sin duda, el cambio ha llegado para quedarse.
NOTA (13 de octubre de 2016): Una seguidora me comenta que tengo que ir a otros dos lugares raw food en Londres que parecen ser lo más. No lo sé aún, porque aún no he vuelto, pero son éstos de aquí, por lo que pueda acontecer… Tanya’s Cafe y Wild Food Cafe, tienen muy buena pinta.
Me encanto tu blog, he leído casi todo. Es uno d elos blogs mas interesantes por tu sencillez y humildad al describir todo lo que ives. El proximo 2018 asistir a uno de tus talleres te lo prometo. Tengo 3 anos siendo vegetariana, y me siento super, pero estoy en el proceso de aprender lo que sea necesario para convertirme en vagan!.Gracias.
Gracias, Magda!
Te felicito por tu decisión, ya verás que sólo te va a traer alegrías. Yo, feliz de poder ayudarte desde la humildad de mi blog y mis publicaciones.
Un abrazo,
Consol